23 de abril de 2025
Con gran peso en el Litoral argentino, el arroz es uno de los cultivos de más incidencia en el mundo y con un gran potencial exportador. En el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), además, lo señalan como un verdadero motor de empleo en la región.
"El arroz se cultiva en Entre Ríos, Corrientes,
Santa Fe, Chaco y Formosa, donde forma una economía regional. Es el cultivo que
más aporta mano de obra a la producción primaria y en Santa Fe, Entre Ríos y en
esta última provincia particularmente está nucleado con la industria, lo cual
le da un valor agregado a lo cosechado en el campo", expuso José Colazo,
coordinador del programa de mejoramiento genético de arroz del INTA, durante el
desarrollo de Expoagro.
Una de las potencialidades que más observan es la de
los mercados del exterior, con países compradores que destacan la calidad del
cultivo nacional. "Las variedades del INTA se caracterizan por alta
productividad y calidad de grano. Nosotros, cuando empezamos a trabajar en la
década de los 90, veíamos que había un escenario donde una maleza denominada
"arroz rojo" invadía el lote y lo hacía improductivo", recordó Colazo.
"Entonces tuvimos que generar una herramienta porque
hacer un primo del arroz cultivado hacía que fuera muy difícil la erradicación
de esta maleza", apuntó.
A partir de allí, desde INTA se generó la tecnología
Clearfield: la misma presenta una resistencia a herbicida en genética no
transgénica. "Está presente hoy en día no solo en las variedades argentinas,
sino en las variedades que se producen en Uruguay y Brasil", comentó.
"Antes de ese momento las variedades que se usaban
en Argentina eran 100% extranjeras, que eran muy rendidoras en cantidad pero
que le ponían un techo a la calidad. Los investigadores tomaron nota al
respecto y decidieron poner manos a la obra para lograr el salto cualitativo.
Eso hacía que no pudiéramos acceder a mercados de alto valor", expuso.
EL
ARROZ QUE CONSUMEN LOS ARGENTINOS
El especialista explicó que la industria bonifica
ciertos parámetros a la hora de realizar la compra del cereal. El primer factor
es la apariencia del grano.
"El consumidor argentino quiere un grano translúcido, algo que se logra con genética más ambiente. Entonces, nos hemos focalizado en desarrollar variedades que presenten poco porcentaje de panza blanca, que es una mancha opaca que se genera por el mal empaquetamiento del almidón", indicó Colazo.
Luego incide el factor del "porcentaje entero" de
arroz. "Cuando el arroz cáscara llega al molino, eso se descascara y si quiebra
mucho, el productor recibe una penalización. Entonces, nuestras variedades se
caracterizan por tener alto porcentaje de entero y alto porcentaje de total,
sumado con esta transparencia cristalina del grano", sostuvo.
El criterio de selección se basa en el "tenor de
amilosa", el predictor más utilizado para la cocción que inevitablemente
conlleva un requerimiento relacionado a la cocina occidental. "Más secos y más
sueltos, para platos como guarniciones o ensaladas", remarcó.
La movida genética generó consecuentemente que se
recuperen lotes improductivos, los cuales señalan desde INTA "actualmente
tienen una calidad de grano con el que reconocen al argentino como uno de los
productos de mejor calidad".
"Cuando hablo de calidad, hablo calidad industrial y
calidad culinaria: el 90% de la producción es tipo largo fino. Es un arroz que
tiene o ha sido seleccionado con alto contenido de amilosa en grano que genera
una cocción seca y suelta, que es como nos gusta a los argentinos comer arroz",
repasó.
Luego lo sigue el "doble Carolina", un arroz que
representa el 8% de la producción nacional. "Está destinado a variedades
especiales donde tenemos los largo ancho o doble Carolina. Es la genética ideal
para preparaciones como guiso, porque tiene una textura suave, pegajosa y
absorbe mejor la salsa", expresó.
"Todo esto es un trabajo de mejoramiento. Hacer
mejoramiento lleva mucha paciencia, porque diseñar una variedad lleva entre 10
y 15 años, y cuando la diseñamos no sabemos si va a tener adopción por el
productor", reflejó.
ARTICULACIÓN
CON EL MUNDO DE LAS EMPRESAS
El INTA forma parte de la Fundación PROARROZ, con
sede en Entre Ríos. En la misma se apuesta al desarrollo genético de las
variedades y se nuclea a toda la cadena, desde el laboratorio hasta los buques
de exportación. La articulación está garantizada a través de una ley que le da
sustento y le otorga fondos.
"El lema de la fundación es que para tener un arroz
competitivo hay que apoyar y que tenemos que usar la investigación para
solucionar los problemas. Eso a nosotros nos trae dos ventajas: sabemos de
primera mano cuáles son los problemas del sector y, con los escasos recursos
que tenemos, poder focalizarnos. Y también que tenemos fondos de investigación
para poder hacer esta tarea de mejoramiento", sostuvo Colazo.
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